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La Sagrada Familia 

En medio de este ambiente navideño celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. El evangelio de Lucas 2, 41-52 nos narra un evento bastante particular de la vida ordinaria de la pequeña familia de Nazaret. El texto nos cuenta por una parte una tradición familiar, religiosa y cultural de la vida del pueblo judío: viajar a Jerusalén una vez al año por pascua si es posible y en medio de este evento una circunstancia común a muchos padres de familia, el niño se les pierde...


La tradicional peregrinación a Jerusalén durante la pascua es parte de la cultura y religión judía. Actualmente existe incluso un concepto conocido en Israel como "Aliyáh" que significa "subida al podio desde donde se lee un trozo de la Torá", porque aliá viene de subir. Pero esta palabra también se refiere al regreso, o sea, al movimiento de regreso hacia Jerusalén, la inmigración para volver y vivir en Israel, y como Jerusalén está geográficamente en una pequeña montaña, se debe subir, pues se usa el mismo concepto.


El evangelio nos cuenta pues de esta Aliyáh anual, esta tradicional peregrinación a Jerusalén. El v. 41 dice que "cada año iban a Jerusalén", los padres de Jesús van en peregrinación a Jerusalén cada año, para la fiesta de la pascua. Esta tradicional fiesta es una re-memoración o conmemoración o sea, la renovación de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel en su "hoy", esa alianza que es eterna y que llega de generación en generación a quien quiera recibirla, está ahí también para María, José y Jesús. La Pascua es el evento fundador de Israel, Dios liberó de la esclavitud a su pueblo para que fueran libres para siempre, ellos permanecerán fieles a adorarlo como el único Dios y Dios los hará su pueblo para siempre. Es este el motivo de la peregrinación hasta Jerusalén, que desde Galilea, en caravana y bordeando el río Jordán se hacía cada año, en esa época.


Luego, el v. 42 nos confirma este usual rito diciendo que lo mismo sucedió cuando Jesús cumplió 12 años, "subieron según la costumbre" (en griego katá tó ethos, κατὰ τὸ ἔθος) a Jerusalén. La ciudad es un revuelo esos días, peregrinos de todas partes que vuelven a Jerusalén, traen ofrendas, no faltan los ladrones etc., como cuando en nuestras peregrinaciones tradicionales mexicanas la Villa de Guadalupe o la de Zapopan igual no faltan los ladroncillos y hay que estar atentos, aunque siempre se reporta saldo blanco, menos mal. Pues en Jerusalén había que estar atentos también. Entre el jolgorio, los inciensos -necesarios para perfumar el ambiente por tantos sacrificios de animales en los altares-, mezclados con el olor de carne asada... obviamente atrayente, los sonidos de los animales, el murmullo de la gente, los cantos de alegría, los rezos que suben como gemido pidiendo perdón a Dios, los doctores de la ley al interior del tempo etc. etc. la caravana se encuentra en medio de la alegría del encuentro o reencuentro con parientes y amigos y en la fiesta religiosa más importante de Israel, la que confirma la identidad del pueblo como pueblo de Dios. Ahí se pasaba al menos una semana. Pero luego había que volver a la vida ordinaria, regresar a casa con las baterías bien cargadas, como decimos en México, para continuar adelante.


El evangelio nos cuenta que se preparan para el regreso y la comitiva (en griego la siunodía συνοδία), o sea el grupo que vienen juntos desde Nazaret en la caravana, ahora se preparan para el regreso hacia el norte de Israel, a Galilea. Todos están contentos, han orado, han visto a los amigos y parientes, han hecho sus ofrendas, regresan llenos y esperanzados. El regreso está iniciando pero Jesús, todavía es niño, así lo llama el evangelio, en griego pais παῖς, es un término que se refiere a los niños y a los esclavos, porque indica en definitiva sumisión, tiene solo 12 años, no ha cumplido todavía los 13 años necesarios para ser un adulto en Israel, por ello todavía no se es lo suficientemente maduro para decidir adecuadamente y debe estar sometido a sus padres. Pero Jesús muestra una personalidad decidida, un carácter Así el evangelista está subrayando la obediencia a la que decidió someterse incluso a sus padres terrenos siendo Dios, optando por la encarnación.


Jesús niño sin embargo, toma sus propias decisiones e iniciativas. Es la época de la adolescencia, época de la prueba, de la definición del propio código de valores, de la definición de las metas, de la confirmación y consolidación del futuro. Y Jesús está mostrando que su discernimiento está hecho. Toda la educación que ha recibido de sus padres se transparenta en este momento. Lo han educado para la verdadera libertad, y, aunque aún no será su tiempo, porque deberá madurar aún más esa libertad, ya se entreve lo que este joven ha decidido para sí.


Sus padres, tranquilos, dan por supuesto que viene con la caravana, la asamblea, confían en él, estará con los otros adolescentes, entre los parientes, pero pasa toda una jornada de camino, se ponen a buscarlo y nada. No está ni entre parientes ni entre amigos ni conocidos. Vaya susto, hoy inmediatamente podrían una alarma ambar, para búsqueda inmediata. Los padres tienen que regresar... solos tal vez, la segunda jornada de camino pero ahora de regreso. Luego, después de tres días de intensa búsqueda, finalmente lo recuperan. Estaba ahí, en el tempo, en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Jesús está decidiendo su identidad, él también será un maestro (en griego didáskalos: διδάσκαλος). El evangelista presenta a Jesús como un niño que está ya perfilando su carácter, tomando sus decisiones, orientando su voluntad, despierto muy despierto al aprendizaje. Está ahí sentado en medio de los maestros, sí está ahí como Maestro, así lo llama María Magdalena y los discípulos, en hebreo: רַבִּי o sea, rabí, maestro distinguido, por su sabiduría, perspicacia, discernimiento etc., con sus intervenciones, su escucha y sus preguntas, quedan todos admirados de la inteligencia y sus respuestas.


Los padres del niño quedan sorprendidos de la escena. El chico en medio de los maestros, ¿qué será de este niño? pero como padre y madre reaccionan "¿Por qué nos has hecho esto hijo? Tu padre y yo angustiados te buscábamos". Y serenamente responde con un reclamo tan sabio que ha traspasado el tiempo y el espacio: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que es necesario que esté en todo lo que es de mi padre?" o como dirá más adelante: "Padre, todo lo tuyo es mío y todo lo mío es tuyo" (Jn 17,).


La búsqueda angustiosa representa la esos momentos donde el maestro se nos pierde y no logramos "encajar las piezas" como decimos en México.

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